Pedro Prado y Marta Brunet: dos visiones humanistas del mundo Article Sidebar PDF Publicado may 8, 2017 Main Article Content Carmen Balart Carmona Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación Irma Césped Benítez Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación Article Details Número Núm. 4 (1999) Sección Modelos Literarios Cómo citar Balart Carmona, C., & Césped Benítez, I. (2017). Pedro Prado y Marta Brunet: dos visiones humanistas del mundo. Contextos: Estudios De Humanidades Y Ciencias Sociales, (4), 41-54. Recuperado a partir de http://revistas2.umce.cl/index.php/contextos/article/view/860 Formatos de citación ACM ACS APA ABNT Chicago Harvard IEEE MLA Turabian Vancouver estadisticas Descargas La descarga de datos todavía no está disponible. Resumen Entre los hombres que durante este siglo han nacido y vivido en Chile, enfrentado la crisis y dando sendas respuestas a su problemática, hemos elegido dos nombres, Pedro Prado y Marta Brunet y dos obras, respectivamente, Alsino y Soledad de la sangre. Ambos creadores representan dos sensibilidades que se manifiestan tanto en su vida personal, como en su creación literaria. Queremos acercarnos a los dos para que nos enseñen qué les significó la crisis, cómo afectó a sus vidas y cómo se reflejó en sus obras. “Los poetas no tienen biografía. Su obra es su biografía" (Paz, Octavio, 1971, p. 103). Conjugaremos, en consecuencia, la vida y la creación. El hombre es un ser que necesita interpretar su entorno para crear poéticamente su existir en el aquí-ahora. Toda obra narrativa se escribe sobre un espacio en blanco en que se despliega el lenguaje según un ritmo, que tiene un inicio, un desarrollo y un término. Se trata de un mundo sostenido en la palabra, en el cual cada personaje refleja un aspecto existencial de su creador.No podemos dejar de ver, analógicamente, a Pedro Prado, en ese hombre joven de nombre Alsino, que ansia lo imposible, atado por el peso físico y social de su joroba que lo inclina a lo telúrico; mas su sueño es tomarse ingrávido, ascender hasta los cielos para observar, en su simultaneidad, el día y la noche, el adentro y el afuera; o a Marta Brunet en la protagonista de Soledad de la sangre, quien, con su fonógrafo trae música a sus sueños, la parte espiritual que no tiene cabida en su vida rutinaria, minimizada en gestos repetidos de servir al esposo. ¡Cómo podría un hombre egoísta entender la grandeza y sensibilidad de la mujer, trascendida en el recuerdo de unos ojos que iluminan el amor que soñó, supeditada a la realidad que existe!