El dominio de las pasiones:
entre lo sublime y lo irreal
Resumen
Frente al tema del mito, resulta inevitable la reflexión acerca del término
mismo. Qué es el mito es la pregunta que se han planteado tanto los
padres de la Iglesia, los antropólogos, los filósofos y los estudiosos de la
filología clásica, como ya desde la antigüedad lo hacía el mismo Platón.
Las dimensiones que su significado ha alcanzado en diferentes épocas y
hasta nuestros días son enormes y extremadamente variables: algunos
ven en él la mentira, el relato ficticio -y, por tanto, poco valioso-; otros
piensan que es la fatalidad misma del hombre; hay quienes identifican en él
a personajes que efectivamente existieron, pero cuya historia, al paso del
tiempo, ha sido magnificada.1 El origen mismo de la palabra mythos es
incierto. Discurso, razón, dicho; relato, comunicación; deliberación consigo
mismo; designio, plan; consejo; rumor, leyenda; historia. Su plural significado
requiere quizá que, al menos ahora, se elija una definición básica -aun que
no acabada- de la cual partir, para en seguida hablar de sus características
y función y, finalmente, llegar al tema que en este texto se anuncia.