“EI Logos, de Heraclito a San Juan”
Resumen
Esta meditación sobre la Palabra Fundante parta del estupor que me embarga toda vez que me detengo en observar la presencia de la secuencia bgos-phaos-theós-bios, con su extraordinaria densidad semántica, tanto en
los fragmentos de Heráclito como en el Evangelio de Juan.
En ambos casos los cuatro términos confluyen en una unidad superior que los contiene y potencia.
En ambos casos se trata de una develación en arkhe, de una fundación primigenia, ab imis. En ambos casos
el trasfondo de la develación es Efeso. En ambos casos el que devela “se devela”, siendo a la vez sujeto
y objeto de esa develación.
El juego de las preposiciones articula su mostrarse, animando y coloreando su hierophanta. La
Palabra es su ser y concentra su hacer. Se hace “imperativo categórico”, despliega una gama de signos que
la “significan”, opera en quienes la escuchan una suerte de transfiguración. Todo por ella se instala en el
ser, en el tiempo fuera del tiempo (aion), en la vida-siempre (zoe aionios). Todo se articula en diadas que,
cada una en el modo que lo es propio, se imbrican y se resuelven en lo Uno.
Y los rasgos diádicos de la Artemis de Efeso, se asoman en el Logos de Heráclito y permanecen en
espera, en la confianza en que el hombre, cuando los tiempos estén maduros, los descubran, sublimados en clave
espiritual, en la Palabra-Verdad que irrumpe desde el Silencio primigenio.